“Muchos iraníes han perdido la esperanza”

“Muchos iraníes han perdido la esperanza”

Las nuevas sanciones económicas contra la república islámica llegan en un momento crítico para la mayoría de la población

La presión del Gobierno estadounidense sobre Irán obliga a la población a hacer frente a unas dificultades que nunca habían sido tan duras y a un futuro que nunca había sido tan incierto.

“Definitivamente, las sanciones son ahora peores. No sólo por su dureza sino porque llegan en un momento de grave situación financiera para todos. Mucha gente ha perdido la esperanza”, asegura un vendedor de relojes importados en el Gran Bazar de Teherán.

El efecto psicológico de volver a una época de aislamiento y sanciones es difícil de digerir para un amplio sector de la población que lo único que quiere es una vida digna y con oportunidades.

La mayoría rechaza vehementemente la política del presidente Trump hacía Irán, que incluye la ruptura del acuerdo nuclear y el cierre de fronteras a los iraníes. Sin embargo, también se critica al régimen. “Muchos han llegado a la conclusión de que no pueden contar con el Gobierno para planear su vida. Yo lo que veo es una ruptura entre la sociedad y el régimen”, dice Hassan, que vende accesorios para teléfonos móviles en el Gran Bazar. “Todos mis conocidos quieren emigrar”, asegura. La mayoría de los productos que vende son importados y se han encarecido un 50% en un año. Las ventas, en consecuencia. han bajado un 60%.

El rial se ha depreciado un 50%, la inflación se ha disparado y los que pueden sacan su dinero

Uno de los efectos mayores de la amenaza de nuevas sanciones es la depreciación del rial en más de un 50%. La inflación se ha disparado y la población pierde poder adquisitivo hora a hora. Los que tienen ahorros buscan refugio en el oro y las divisas. Los empresarios reducen gastos como pueden.

El líder supremo, Ali Jamenei, ha pedido a la población que compre productos iraníes y no salga del país. El régimen intenta así aumentar el consumo interno y frenar la fuga de capitales.

La corrupción, sin embargo, lastra cualquier mensaje patriótico. En los últimos días, por ejemplo, ha trascendido que personas vinculadas al poder compran dólares al cambio oficial de 4.200 riales y los revenden en el mercado negro a 9.000. Para vender un producto de importación –por ejemplo un móvil– es necesario un permiso oficial, documento que se manipula para vender otras cosas, como por ejemplo, un coche de lujo.

Estos abusos, cada vez más evidentes, minan la confianza de la población en las instituciones. Es paradójico, sin embargo, que el régimen permita que se publiquen en la prensa y las redes sociales. Estos medios actúan como una oposición al régimen, exigiendo más transparencia y promoviendo un cambio de sistema. No está nada claro, sin embargo, que lo puedan conseguir en un régimen tan rígido como el iraní.

El reformista Rohani se acerca a los más radicales para hacer frente a la ofensiva de Trump

La república islámica intenta presentar un frente unido frente a la ofensiva diplomática y financiera de Estados Unidos. A nadie se le escapa en Irán que el objetivo de Trump es un cambio de régimen por mucho que el nuevo secretario de Estado, Mike Pompeo, plantee abrir un diálogo.

La presión del Gobierno estadounidense sobre Irán obliga a la población a hacer frente a unas dificultades que nunca habían sido tan duras y a un futuro que nunca había sido tan incierto.

“Definitivamente, las sanciones son ahora peores. No sólo por su dureza sino porque llegan en un momento de grave situación financiera para todos. Mucha gente ha perdido la esperanza”, asegura un vendedor de relojes importados en el Gran Bazar de Teherán.

El efecto psicológico de volver a una época de aislamiento y sanciones es difícil de digerir para un amplio sector de la población que lo único que quiere es una vida digna y con oportunidades.

La mayoría rechaza vehementemente la política del presidente Trump hacía Irán, que incluye la ruptura del acuerdo nuclear y el cierre de fronteras a los iraníes. Sin embargo, también se critica al régimen. “Muchos han llegado a la conclusión de que no pueden contar con el Gobierno para planear su vida. Yo lo que veo es una ruptura entre la sociedad y el régimen”, dice Hassan, que vende accesorios para teléfonos móviles en el Gran Bazar. “Todos mis conocidos quieren emigrar”, asegura. La mayoría de los productos que vende son importados y se han encarecido un 50% en un año. Las ventas, en consecuencia. han bajado un 60%.

El rial se ha depreciado un 50%, la inflación se ha disparado y los que pueden sacan su dinero

Uno de los efectos mayores de la amenaza de nuevas sanciones es la depreciación del rial en más de un 50%. La inflación se ha disparado y la población pierde poder adquisitivo hora a hora. Los que tienen ahorros buscan refugio en el oro y las divisas. Los empresarios reducen gastos como pueden.

El líder supremo, Ali Jamenei, ha pedido a la población que compre productos iraníes y no salga del país. El régimen intenta así aumentar el consumo interno y frenar la fuga de capitales.

La corrupción, sin embargo, lastra cualquier mensaje patriótico. En los últimos días, por ejemplo, ha trascendido que personas vinculadas al poder compran dólares al cambio oficial de 4.200 riales y los revenden en el mercado negro a 9.000. Para vender un producto de importación –por ejemplo un móvil– es necesario un permiso oficial, documento que se manipula para vender otras cosas, como por ejemplo, un coche de lujo.

Estos abusos, cada vez más evidentes, minan la confianza de la población en las instituciones. Es paradójico, sin embargo, que el régimen permita que se publiquen en la prensa y las redes sociales. Estos medios actúan como una oposición al régimen, exigiendo más transparencia y promoviendo un cambio de sistema. No está nada claro, sin embargo, que lo puedan conseguir en un régimen tan rígido como el iraní.

El reformista Rohani se acerca a los más radicales para hacer frente a la ofensiva de Trump

La república islámica intenta presentar un frente unido frente a la ofensiva diplomática y financiera de Estados Unidos. A nadie se le escapa en Irán que el objetivo de Trump es un cambio de régimen por mucho que el nuevo secretario de Estado, Mike Pompeo, plantee abrir un diálogo.

Con el acuerdo nuclear en vigor, este diálogo hubiera sido posible a través del presidente Hasan Rohani. Fue él, al fin y al cabo, quien venció las reticencias de Jamenei para firmarlo y abrir una nueva etapa con Occidente. Sin embargo, desde que EE.UU. se retiró del acuerdo, Rohani ha ido acercándose al sector más radical del régimen.

Durante las negociaciones del acuerdo nuclear se habló de un supuesto golpe de Estado contra Rohani y hace apenas unas semanas los radicales parece que estaban detrás de una huelga en el Gran Bazar que debilitó al Gobierno. Ahora, sin embargo, esos antiguos enemigos de Rohani parece que son sus aliados. Incluso los Guardianes de la Revolución, con los que Rohani ha tenido grandes roces en los últimos años al criticar su participación en sectores de la economía, empiezan a apoyarlo. Lo mismo sucede con muchos medios de comunicación que antes le criticaban.

Los reformistas que llevaron a Rohani al poder ahora se siente desamparados. Lamentan que el presidente se alinee con los conservadores y critican que no haya resuelto grandes problemas como el paro y la escasez de agua.

“Es muy importante mantener la esperanza en el futuro y debemos disminuir las preocupaciones de la gente”, dijo ayer Rohani a un grupo de políticos.

El primer paquete de sanciones entrará en vigor en agosto, pero lo más fuerte vendrá en noviembre, cuando se limite la venta de petróleo. De ahí que nadie parezca tener muy claro en Teherán qué es lo que se avecina.